Cuando yo era pequeña era muy raro el niño que tenía algún tipo de alergia alimentaria, de hecho, hago memoria y sólo me vienen a la cabeza algún niño que tenían alergia a la piel del melocotón o cualquier fruta que tuviera pelo y a algún fruto seco, pero era extrañísimo.
Ahora, las cosas, como en casi todo, han cambiado y cocineras y servicios de catering de cualquier colegio español se enfrentan cada vez a más niños con alergias alimentarias, tienen que elaborar todo tipo de menús y tener especial cuidado con los pequeños que tengan algún tipo de intolerancia, porque el simple contacto con un cubierto que haya tocado el alimento al que son alérgicos, puede suponer un susto importante.
Las alergias alimentarias afectan a entre el 6 y el 8% de los menores de 10 años y tienen mayor prevalencia en los países occidentales. El huevo, la leche de vaca, el pescado, las legumbres y los frutos secos son los alimentos que más intolerancia producen entre los escolares.
Este aumento de las alergias alimentarias coincide con un aumento general de las enfermedades alérgicas, pero ¿a qué se debe este incremento? Pues lo cierto es que no se conocen con exactitud las causas, se barajan distintas hipótesis, se habla de que los alimentos sufren modificaciones en su estructura proteica debido a la manipulación para su preparación y conservación, que potencian su poder sensibilizante.
Otra de las teorías habla de que estamos convirtiendo al sistema inmunológico en un auténtico vago: este sistema está orientado a la defensa de las parasitosis y de las infecciones, al vivir en un ambiente cada vez más “aséptico” pierde su finalidad y la respuesta inmunológica es una reacción alérgica. Otras hipótesis hacen referencia a los a los hábitos de vida actuales, por ejemplo, se ha comprobado que los niños de madre fumadora tiene mayor riesgo de padecer enfermedades alérgicas.
Yo lo resumo diciendo que algo estamos haciendo realmente mal, los niños necesitan jugar en la calle, mancharse las manos, hacerse heridas en las rodillas y estar más en contacto con las bacterias para no volverse hipersensibles –las alergias en la piel también pueden ser también un poco culpa de esto-.
La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica ha publicado un estudio sobre alimentación complementaria con una serie de criterios, que pueden ayudar a que el organismo del niño vaya asimilando los alimentos de forma pautada evitando, de esta manera, las alergias a determinadas comidas.
La lactancia materna entre 4 y 6 meses es una forma de prevenir alergias futuras, se recomienda especialmente en aquellos niños de riesgo, cuya familia inmediata también padece enfermedades alérgicas. Deben introducirse las proteínas vacunas con más de 6 meses de vida, el huevo con más de 1 año y el pescado y los frutos secos por encima de los 36 meses.
El lado positivo de todo esto es que en la mayoría de los casos, la evolución de la enfermedad apunta hacia la aparición de la tolerancia a medio y largo plazo de los alimentos que provocan alergia. Además, recientemente han aparecido nuevas técnicas para inducir la tolerancia específica mediante la administración orla del alimento. Se empieza por dosis muy bajas que se incrementan progresivamente hasta la cantidad equivalente a una toma habitual. Después se administra a diario como método de mantenimiento.
¿Tus hijos o tú tenéis alergia a algún alimento?, cuéntanos tu experiencia.