Está claro que la única manera de adelgazar es llevando a cabo una dieta supervisada por un especialista, adaptada a cada uno de nosotros. Los milagros no existen, y quien se crea que poniéndose ciego a comer lo va a contrarrestar con un producto adelgazante está abocado al más rotundo de los fracasos.
Pero lo cierto es que a diario nos bombardean con productos que prometen el milagro y hacen su agosto con personas desesperadas por perder peso. Perder peso no es fácil, aunque no lo parece al darnos una vuelta por farmacias, parafarmacias o herboristerías: la cantidad de productos es abrumadora.
La semana pasada se celebró en Estocolmo el XI Congreso Internacional Sobre Obesidad, y entre las conclusiones, una destaca por encima de todas: nuevos estudios revelan que los complementos de adelgazamiento no facilitan la pérdida de peso.
Según una serie de estudios presentados durante el congreso y que evalúan la eficacia de una amplia selección de complementos adelgazantes vendidos en farmacias y establecimientos de comida sana, no han encontrado evidencias de que ninguno de ellos facilite la pérdida de peso, más allá de la provocada por el efecto placebo, y han mostrado que dichos complementos no son más eficaces que aquellos productos falsos con que eran comparados.
Unos productos, que, por si no lo sabíais, a diferencia de los medicamentos, no han tenido que demostrar su eficacia para ponerse a la venta. Son muchos los productos para adelgazar que aseguran ser eficaces sin ningún ensayo clínico que lo avale. Los complementos alimentarios obtienen la autorización automática de las autoridades sanitarias siempre que demuestren su falta de toxicidad.
Como bien nos recuerda la doctora Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Getafe, ‘el exceso de peso es una enfermedad desde el primer kilo de más y que tanto para perder 1 kilo como para perder 20, el planteamiento siempre debe ser el mismo: tratar el exceso de peso como una enfermedad‘. También insiste en que cualquier cualquier producto farmacológico que se venda con una indicación concreta debe tener estudios clínicos que avalen su eficacia, es decir, que tomándolos se pierda más peso que con dieta solo, y conocer todos los efectos que producen buenos o malos.
En este sentido, las conclusiones de los estudios son claras: estos productos no sirven para adelgazar, representan un gasto muy importante y en muchos de los casos se desconocen los efectos adversos.